Nos vamos de viaje. Subimos al coche, ponemos la radio y metemos el cd de música. Hay bastantes kilómetros por delante, yo como copiloto, estiro las piernas para ir lo más relajada posible. Hacia las 2 horas el cuerpo te pide salir del vehículo, las piernas están agarrotadas y tu estómago te pide algo de comer. Llegados a este punto, todos nos hemos encontrado en la tesitura de tener que decidir donde parar. Y aquí nos adentramos en ese microuniverso que gira en torno a la red de carreteras. Tenemos varias alternativas:
Está la opción rápida que es parar en la primera estación de servicio que nos pille de paso. Allí repostaremos, iremos al WC, el cual tiene normalmente unas características peculiares, en cuanto a aromas y limpieza se refiere. Cogeremos el sándwich y las patatas fritas y nos lo tomaremos en el coche resguardándonos de un sol sofocante o de un vendaval aterrador.
Otra opción sería la de un área de descanso en pleno campo donde es obvio que no se puede repostar, implica una parada de rigor en una gasolinera y la elaboración previa de un picnic casero.
Áreas de descanso donde cadenas de restauración nos engañan la vista con fotos de ingredientes naturales, productos frescos, la «Dieta Mediterránea», para que te adentres en su buffet buscándolos, todo es producto del marketing. Al final no los encuentras y terminas en la sección de comida rápida, comiéndote un bocadillo rápido (opción de la que querías huir).
También están los bares de carretera. Estos sirven para todo, los hay pequeños, medianos, grandes, antiguos, restaurados y nuevos, algunos tienen un auténtico imperio, con restaurante, hostal, y una tienda de la que te puedes surtir de todo tipo de embutidos, quesos y jamones, productos típicos del lugar. En algunos, hasta tienen su puestecillo ambulante donde adquirir la fruta de temporada: naranjas, melocotones y melones.
Y, ¿Quién no tiene una parada localizada de estas características?, una parada que al final la identificas como tuya, y le pones la etiqueta del destino final. No se me olvida «la parada para ir a Gandía» cuando viajaba con mis padres de niña. Era el Hostal Juanito, en La Roda, Albacete (seguro que para más de uno también familiar), era el sitio donde desayunábamos, a medio camino de casa y la playa. Todavía es un sitio emblemático, una buena parada para quien pase por allí.
Bueno, pues la semana pasada viniendo por la Autovía de Levante teníamos la necesidad de parar para echar gasolina. Así que nos salimos de la autovía en la primera desviación. Nos coincidió con la salida del Km. 175, conocida por ser la parada de la empresa de autobuses de AutoRes, que va con destino a todo el levante.
Allí tienes dos opciones o parar en el restaurante self-service junto a la gasolinera, donde paran dichos autobuses, o un Mesón-Restaurante, Mesón Los Rosales, que queda a la derecha. Decidimos la segunda opción, para investigar, como siempre.
Nada más entrar te encuentras con una decoración típica de un mesón, lámparas de hierro forjado negras, suelo de terrazo, mucho ladrillo visto y decoración con productos típicos de la tierra. Limpio y con una gran barra de frente. Bastante gente pero bien atendida por el servicio de camareros (contabilizamos unos 10 solamente para la barra). Una carta amplia de pinchos y de raciones, aparte de toda clase de montados y bocadillos. La bollería muy variada, entre la que hay que destacar «los Miguelitos», que para quién todavía no los conozca, es un dulce de hojaldre relleno de crema (ya ha salido la versión de chocolate). Son muy típicos de la zona (mis padres siempre los compran en una pastelería en Motilla de Palancar).
Pero esto no es todo, para ir al baño dejas a la derecha la tienda, y a modo de pasillo, numerosas cajas con vinos españoles, algunos expuestos como novedad, nada comunes. Esto ya me indicó que la tienda podía prometer.
En el piso de abajo, una entrada a los baños rústica, bancos de madera, cuadros, jarrones con flores ornamentales, y varios aperos de labranza que daban preámbulo a la bodega, cerrada con una puerta de rejas negra y con la pared encalada haciendo de estantería. Una buena colección de vinos tintos, se podían divisar algún Pintia y Vega Sicilia, Summa Varietalis, Domino de Valdepusa, Pétalos, Belondrade y Lurton, Emina Prestigio, Mal Paso, Tres Patas, Casa Lobos, Manuel Manzaneque…
Subí y me adentré en el espacio que tienen de tienda, como siempre, comencé por mi debilidad, los vinos. ¡Increíble!, cuentan con una amplísima gama de vinos, muy buena selección, de todo tipo de precios, variedades y tipos de elaboración. Podría rellenar un buen párrafo enumerando.
Al final compramos un vino de la zona que desconocía, Pago de Tharsys, un vendimia nocturna de las variedades Albariño y Godello, un coupage curioso, teniendo en cuenta que este vino es de Requena y no de Galicia.
Una selección de Aceites de Oliva Virgen Extra entre los que se encontraban, L’Estornell, de agricultura ecológica, 100% Arbequina. Un aceite que me apasiona por esos recuerdos a tomatera, Marqués de Griñón «Capilla del Fraile», coupage de Arbequina, Picual y Manzanilla. Una nueva adquisición para mis conocimientos, «En Rama» de Hacienda la Guijarrera, 100% Arbequina, de donde se han necesitado 6 Kg de aceituna para elaborar un litro. No ha sido filtrado, nada más que decantado, en definitiva, un jugo natural. Y para mí el gran descubrimiento en aceites de este año lo tuve cuando estuve en Madrid Fusión, donde tuve la oportunidad de hacer la una cata de los mejores aceites existentes en España: «Castillo de Canena Primer Día de Cosecha»,100% Picual, Edición exclusiva y limitada de la familia Vaño. Etiqueta diseñada por Enrique Ponce. En palabras de Rosa Vaño <<Con esta edición limitada se rinde homenaje a la magia del primer día de la recolección, cuando el agricultor constata que el aceite obtenido recompensa con su calidad el esfuerzo de todo un año>>.
Hay de variedad Picual y Arbequina. Yo me decanto por la Variedad Picual, << de color verde intenso, tiene un frutado medio de aceituna verde y hoja, aroma fragante y bastante complejo, balsámico con toques a menta, hierbabuena y algo de cítricos. En boca de cuerpo bien estructurado y persistente, tiene un amargo y picante muy equilibrados>>.
El espacio gastronómico no solamente se reduce a vinos y aceites, sino que podemos encontrarnos toda una selección de patés, mermeladas, chocolates, quesos, legumbres a granel, dulces, etc… Daban ganas de testear todo.
Un espacio gastronómico conducido por 3 encargados de compras, dos de la parte gastronómica y uno para los vinos. Un lugar muy transitado en navidades, parada conocida para comprar lotes de vino para las fiestas.
Tengo que decir que en el Mesón Los Rosales hay un espacio gastronómico, delicia para el paladar.
¿Por qué no creamos la primera Red de Paradas de Lujo?
Si conoces alguna, no dudes en enviármela.
Más Información:
Mesón Los Rosales
Autovía Levante Km. 175
16710 Atalaya del Cañabate (Cuenca)
Teléfono: 969 381 447
Me gustaron tus recomendaciones.
Y tu idea de la guia de paradas de lujo.
Ahi Van las mías.
En Valdepeñas, A4 dirección Madrid. La Venta de la Quinteria. Nada más pasar Valdepeñas, km 197.
En La Carolina, Jaén. A4 km 268, ddireccion Cordoba. Hotel La Perdiz o mejor dentro del pueblo, El Imperial, donde Manolo te pone los mejores pinchos morunos y tosta de bacalao con tomate mas ricas de la zona.
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