Apenas habíamos salido de Madrid, nos quedaban bastantes kilómetros por recorrer hasta llegar a nuestro destino, la ciudad de Barcelona. Una reunión en lunes era el motivo del viaje, así que excusa más que justificada para tomarnos el fin de semana en la ciudad condal y hacer lo que más nos gusta, investigar en sentido culinario y turístico.
Ibamos sin nada predeterminado, y como ocurre en esas ocasiones, nos gusta pasear por la ciudad y dejar que nuestras naricillas olisqueen “ese rincón” diferente, que le hace ser singular, y que tanto nos emociona encontrar. En esta ocasión teníamos que cambiar nuestros métodos de búsqueda, llegaríamos próximos a la hora de la cena por lo que no tendríamos tiempo de reacción.
Así, mientras José Ramón conducía yo tomé el iPad y me puse a indagar en la red. Fue poner en tripadvisor Barcelona y restaurantes y leo titulares como “el placer de comer espectacularmente bien”, “uno de mis favoritos”, “sorpresa gastronómica”, “fantastic food experience” o “osmosis was a enjoyable dinner”. Leo las 23 críticas y todas le sitúan a partir del 9 en puntuación en todas las variables puntuables. No conforme con esto porque era un número pequeño de opiniones, miro por la red a ver qué se encuentra de él y comienzo a emocionarme con lo que leo en otras páginas. Así que no lo pensamos más y llamamos para hacer reserva para cuatro, queríamos invitar a mis padres que se encontraban allí por el Campeonato Europeo de Atletismo.
A las 22:15 estábamos en la puerta de Osmosis, impacientes entramos. Una pequeña entrada que daba paso a un comedor alargado con tan sólo cuatro mesas. Todas alineadas de tal manera que no hay interacción entre los comensales.
Una camarera nos acompaña, dejamos enfrente la pequeña cocina y subimos al primer piso. Allí, en lo que es la entrada y pasillo de un piso se disponía nuestra mesa, entre vinos y libros de gastronomía.
Nos esperaba Fréderic Fernández para darnos la bienvenida y hacernos una pequeña presentación de lo que era Osmosis: Un restaurante propiedad de él y de su socio Ignasi Montes. Él a cargo de la cocina e Ignasi como jefe de sala y sumiller. Cocina de mercado donde no hay carta sino menú degustación, de día el menú ejecutivo y por la noche cambia a un menú degustación completo. Eso sí, son menús que se cambian semanalmente. Nos comenta Fréderic que dejaron la carta debido al éxito y las peticiones del menú de los clientes.
A parte de nuestra mesa, había dos reservados dispuestos a cada extremo del pasillo. Habitaciones que como nos comentaba Fréderic podían incluso reservarse para que una pareja disfrutase de su intimidad.
Y empezó nuestro viaje gastronómico:….
Restaurante Osmosis, Barcelona. El menú degustación (parte II).