Mayo, el mes de las flores, los días más largos, y aunque unos días de bajas temperaturas se han apoderado de la Península Ibérica, no falta mucho para que el calor se presente para quedarse.
Es en estas fechas, cuando me acuerdo mucho de mi época de estudiante, sobre todo de los años de mi vida universitaria, que era la famosa y temible temporada de los exámenes del segundo cuatrimestre.
Con las ventanas abiertas mientras estudiaba, podía percibir el olor a vegetación, a flores, el aroma de la llegada del buen tiempo que te invitaba a bajar a la calle. Pero tenía una obligación que imperaba, había que dar el “do de pecho” si quería evitar los exámenes finales y un verano triste entre los apuntes.
Recuerdo la cantidad de líquido que bebía, entre infusiones y agua, una barbaridad. No me daba cuenta de ello, pero yo con tomar tal cantidad de agua no sólo estaba calmando mi sed sino hidratando mi cuerpo y mi mente, y así, favorecer a mi memoria, al razonamiento y mi destreza.
Que la hidratación es fundamental para tener un buen estado de salud lo hemos visto en anteriores artículos (ver lecturas recomendadas del blog más abajo), participa en actividades fisiológicas del organismo como respirar, la termorregulación, mantiene en buen estado de las articulaciones y las mucosas, favorece la secreción de las toxinas a través de los riñones y el sudor, entre otras. Asimismo, se ha comprobado científicamente que la falta de hidratación hace disminuir de forma progresiva la capacidad intelectual. La deshidratación provoca cansancio, dolor de cabeza, dificultad de concentración, malestar general, perjudicando a las funciones mentales.
Llega la hora de que muchos estudiantes centren todos sus esfuerzos en asimilar los conocimientos aprendidos a lo largo del curso, y demostrar en pruebas teóricas y prácticas que poseen la capacidad suficiente como para que el profesor les considere aptos en la materia y pasar al siguiente curso y continuar su desarrollo intelectual.
Son muchas horas de estudio donde se llegar al estrés, alteración en el ciclo del sueño y al agotamiento físico y mental. Al igual que cuidamos las articulaciones y músculos realizando paseos diarios o con algún tipo de ejercicio físico, también es necesario cuidar la mente con una alimentación e hidratación adecuada.
El nivel de hidratación puede influir en la capacidad intelectual, pero no le damos la importancia necesaria y nos olvidamos de que en épocas de esfuerzo intelectual como son los exámenes necesitamos beber de 2 a 3 litros al día para que nuestro rendimiento mental no se vea esquilmado.
Tener a mano una botella de alguna bebida mientras se estudia y aprovechar a beber en los descansos, son algunos trucos para estar bien hidratado mientras se preparan los exámenes.
Según el estudio sobre “Hidratación y Rendimiento Cognitivo” dirigido por el Profesor Dr. José Antonio Florez, Catedrático de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Oviedo, ha comprobado que el conjunto de procesos mentales que intervienen en la inteligencia y el pensamiento sufren alteraciones como consecuencia de la deshidratación:
1.- Con pérdidas del 1% aumentan los tiempos de reacción y disminuye la memoria.
2.- A partir del 2% se producen pérdidas momentáneas de memoria, disminuye significativamente la atención, las respuestas reflejas, la coordinación psicomotriz, la voluntad y pensamiento, y la coordinación visual y motora.
3.- Si se pierde más del 3% de los líquidos corporales pueden aparecer fuertes dolores de cabeza, alteración en la destreza, y desorientación.
4.- Cuando las pérdidas superan el 6% es frecuente que se produzcan delirios y/o alucinaciones, disminuye drásticamente la memoria a corto plazo y la capacidad de concentración.
El Observatorio de Hidratación y Salud lleva desde el año pasado una campaña para “mentalizar” de la importancia de mantener una correcta hidratación. Para ello, realiza campañas con la distribución de materiales divulgativos en universidades y centros educativos.
A continuación os dejo las recomendaciones para estar bien hidratado en situaciones que requieren un esfuerzo mental intenso:
a.- Beber de 2 a 3 litros al día incluyendo variedad de bebidas. Además de agua, beber infusiones, refrescos, zumos, lácteos, caldos, etc. ayuda a alcanzar la cantidad necesaria. (Aunque hay que tener en cuenta que el agua mineral siempre nos dará un aporte mineral sin ninguna contribución calórica. Es la manera más inteligente de hidratarse).
b.- No esperar a tener sed, pues esta sensación aparece cuando ya existe una cierta deshidratación.
c.- Buscar una postura correcta y un lugar con luz y ventilación adecuadas, descansando periódicamente para así evitar llegar al agotamiento.
d.- Tener a mano una botella de agua mientras se estudia en la biblioteca, en clase o en el trabajo. (Una botella de agua mineral además te proporcionaría su composición mineral sin ningún aporte calórico).
e.- Hacer descansos de cinco o diez minutos cada dos horas para despejar la mente. Aprovechar esos momentos de relajación para beber. El sabor de las bebidas puede ayudar a hacer más apetecible este hábito. (Uno de los ejemplos que os comenté con el agua mineral natural es darle el toque de la rodajita de limón. Muy bueno para la época de verano y de la salidas a las terrazas).
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